Lucas bosqueja un Jesús que aprecia y comprende el lugar del templo en la tradición religiosa judía pero que, sin embargo, tiene el propósito de abolir los principios de esa institución debido a su ineficacia y corrupción. Comprende pues la enseñanza jesuánica de que el templo ha cumplido un ciclo y así lo plantea en su relato, que evoluciona paulatinamente hasta que en la segunda parte de su díptico hace descender a los discípulos de Jerusalén y los esparce por toda la oikouméne: los seguidores de Jesús no necesitan ya de ciudad alguna, subraya Lucas con insistencia a través de su estrategia narrativa centrada en Jerusalén y su templo
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