En su 39ª edición, el certamen de cine fantástico más importante del mundo reincidió con ahínco en la línea de gigantismo iniciada desde el nombramiento como director de Ángel Sala, hace ahora seis años. Su apretadísimo menú obtuvo una acogida especialmente favorable, gracias a lo versátil de la oferta fílmica y a las sensibles mejoras organizativas introducidas. El cine alemán triunfó por todo lo alto, desplazando (un poco) a los films de oriente.
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