En este artículo se estudia cómo la Provincia de Extremadura consiguió, en 1651, el privilegio del voto en las Cortes de Castilla mediante una compra a la Hacienda Real. También se estudia la relación entre las oligarquías urbanas, los concejos de las ciudades y la representación en Cortes, y como todo ello se produce dentro del proceso de afirmación del poder real que caracteriza al Estado moderno. La incorporación de Extremadura a las Cortes de Castilla, que siguió a la de Galicia, muestra el paso de una representación ciudadana a una representación territorial
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