En el artículo se afirma que la violencia no es un fenómeno exclusivo de nuestra sociedad postmoderna y tecnológica, ya que la historia del ser humano es un largo transcurrir, en paralelo, al uso de la violencia. Después de ofrecer una rápida mirada a la tradicional ¿cultura de la violencia¿ y analizar las posibles raíces de este fenómeno, se concluye que si bien la mayoría de sociedades que nos precedieron fueron más violentas que la nuestra, nunca se experimentó por la violencia tanta fascinación como la que sentimos nosotros. En consecuencia, éste es el contexto dentro del cual deben ser analizadas las actuales formas de violencia en la educación secundaria, que en algunos casos son un síntoma más del malestar social. A continuación, una vez citadas las teorías explicativas de la violencia más habituales, se citan la frustración, la imitación y el refuerzo positivo como algunas de las causas que mejor explican las cifras y actuales formas de violencia escolar.
El autor se muestra partidario de no adoptar una actitud hermética y autista frente al problema de la violencia, ya que si deseamos una institución escolar capaz de satisfacer las necesidades y expectativas de nuestros alumnos es preciso que ésta se muestre abierta al conflicto y no preocupada exclusivamente por los contenidos instructivos. Después de analizar la ¿violencia institucional de la propia escuela¿, percibida como arbitraria e injusta por los denominados ¿objetores escolares¿, ciertas formas de violencia de éstos deben interpretarse como un símbolo, como un síntoma de su malestar frente a una escuela que no es capaz de dar respuesta a sus necesidades. Ante el ¿naufragio escolar¿ y ante la banal controversia entre los que están a favor o en contra de la tiza, dado que la violencia se aprende por imitación y por refuerzo positivo, parece necesario actuar preventivamente y convertir el conflicto y la violencia en contenidos curriculares transversales. Es preciso evitar que la violencia se convierta en un signo de ¿distinción positiva¿ para ciertos escolares. Finaliza el artículo con unas propuestas, dirigidas a los profesores de secundaria, a fin de que puedan actuar de manera racional y pedagógica frente a las más habituales situaciones de conflicto y violencia escolar.
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