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Temporal y regadío en el agro mexicano. Política y agricultura en el México de principios del siglo XX.

  • Autores: Pere Sunyer Martín
  • Localización: Scripta Nova: Revista electrónica de geografía y ciencias sociales, ISSN-e 1138-9788, Nº. Extra 10, 218, 2006 (Ejemplar dedicado a: Geografía histórica e historia del territorio. Número extrordinario dedicado al VIII Coloquio Internacional de Geocrítica)
  • Idioma: español
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  • Resumen
    • En México, hacia finales del régimen del general Porfirio Díaz, desde 1900, ingenieros e intelectuales preocupados por la baja productividad del campo mexicano apostaron por la extensión del regadío como uno de los remedios a sus males. Estas opiniones fueron puestas en práctica a partir de 1926 con la aprobación de una nueva Ley de irrigación con aguas federales y con la creación de un organismo, la Comisión Nacional de Irrigación que se dedicó en los años siguientes a construir embalses para riego en las zonas áridas del país. Sin embargo, hubo técnicos que trataron de discutir esa indiscriminada política. Es el caso del ingeniero agrónomo Rómulo Escobar quien desde 1908, en la Estación Experimental de ciudad Juárez, empezó a realizar estudios sobre una nueva vieja técnica, el Dry-Farming o cultivo de secano, que basada en un conocimiento profundo del comportamiento de los suelos con respecto a la humedad y a partir de la selección de variedades resistentes a la larga sequía del país, permitía asegurar la cosecha y obtener rendimientos que la convertían en una alternativa más que aceptable y viable para una buena porción del territorio de México. Dos paradigmas, el del riego y el del secano que, lejos de mostrarse complementarios, servían a dos fines diferentes: uno a los designios de la Revolución; el otro, hacia la autosuficiencia.


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