Aunque Lope de Vega Carpio (1562-1635) debe su fama en nuestros tiempos a sus actividades como dramaturgo y poeta, merece la pena contemplar cómo se planteó la tarea de escribir una crónica de Indias basada en el último viaje de Francis Drake (1595-96). Cuando se habla de La Dragontea (1598), se suele limitar el análisis a cuestiones estéticas, debido a que es un poema épico en diez cantos. No obstante, si se contempla esta obra en relación a las cartas, crónicas, y relaciones que le sirvieron a Lope como fuentes, se ven algunos aspectos importantes de la historia de la lectura y censura en la España de los Habsburgos. De hecho, los coetáneos de Lope interpretaron la obra como una historia de Indias, dando lugar a que se prohibiera dicho libro en los reinos de Castilla y las Indias. Para interpretar La Dragontea es de especial importancia el hecho de que el poeta/cronista presenta su obra como un espejo de príncipes en el que el joven príncipe de Asturias (el futuro Felipe III) podía contemplar la tarea fundamental del monarca español. Es decir, debe ejercer la prudencia, la virtud emblemático de un rey, a la hora de repartir premios a los que le han servido en las Américas. Se respalda este mensaje didáctico con la sugerencia de que la falta de mercedes bajo Felipe II había permitido que Drake se aprovechase del descontento de algunos españoles en el Nuevo Mundo. (A.)
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