La arqueología experimental permite conocer la manera en que un objeto fue producido mediante el análisis de sus rasgos y la imitación de procedimientos e instrumentos similares a los empleados en la antigüedad. La producción de los objetos de concha localizados en el Templo Mayor fue esclarecida bajo esas premisas -para lo cual se han realizado más de 500 experimentos de distintos tipos- y sus resultados permiten una visión de un proceso complejo, que debió estar a cargo de especialistas de tiempo completo.
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