La centralización y el impulso a la "educación patriótica", diseñados para lograr una rápida homogeneidad cultural entre la población fueron las características clave del sistema público de educación elemental que se consolidó en Argentina en la segunda mitad del siglo XIX. Ellas auparon hacia su cúspide a un sector de funcionarios "normalistas" que tendieron a considerarse como una elite intelectual más apegada a los destinos del Estado que a los de la profesión de la que formaban parte.
Sin embargo, en contra de sus expectativas, no pudieron dejar de ser un grupo intelectual subordinado. Los motivos deben buscarse en el monopolio que los "doctores", pertenecientes en general a los sectores sociales más encumbrados, ejercieron sobre los espacios en los que se definían las abstracciones académicas y las políticas educativas y en las estrategias de distinción que los propios "normalistas" aplicaron sobre los demás docentes, que los debilitó como sector profesional.
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