La doctrina social de la Iglesia hunde sus raíces en la experiencia del Dios cristiano. Este dato es fundamental: la formulación de la fe en un proyecto antropológico y social se nutre de una cierta experiencia de fe (fides qua). Aún así, no estamos ante un cuerpo doctrinal exclusivo para cristianos: sin serlo, se podrían compartir sus principios y valores. No obstante, para poder vivir estos principios y valores es necesario que la experiencia religiosa de la persona posea características similares a la experiencia del Dios cristiano.
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