Revistando el concepto de "quietismo" y su aplicación al contexto de espiritualidad inculcado por Miguel de Molinos, se subraya la "contaminación" práctica de este marco por rasgos de laxismo moral coetáneo. Al mismo tiempo se evidencia cómo la condenación de este hereje propició -también en Portugal- oportunidad para ofensivas de toda clase (clericales y estatales) contra la generalización del misticismo y de la devoción a los seglares.
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