En un artículo publicado hace poco más de un año en esta revista, poníamos de manifiesto el escaso progreso conseguido hasta el momento en la integración bancaria europea en el segmento de banca minorista, medido a partir de la evolución de los costes de financiación y los diferenciales de tipos de interés en los Estados miembros. Este trabajo supone, de alguna forma, una continuación del anterior al proporcionar una explicación a la situación planteada: el intenso proceso de consolidación bancaria que se ha producido en el ámbito de la Unión Europea y que ha supuesto la desaparición de más de una quinta parte de las entidades de crédito durante el período 1997-2003, no ha dado como resultado un mercado bancario europeo más integrado y competitivo, sino que se ha traducido en mercados nacionales más concentrados pero igualmente segmentados.
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