Robert W. Patch, Beatriz Cáceres Menéndez
En la Nueva España el traslado forzoso de individuos a las Islas Filipinas y Marianas fue una forma de exilio equivalente a la deportación para castigar a los criminales y a la gente considerada indeseable. Los condenados fueron siempre hombres y usualmente españoles nacidos en América. Tanto el gobierno virreinal como los padres de familia pensaron en el traslado forzoso como un medio apropiado para limpiar el Reino no sólo de criminales sino también de «gente de mal vivir», es decir, aquellos dedicados al juego, la embriaguez pública, la ociosidad y la inmoralidad. Padres, hermanos y aún esposas utilizaron el traslado obligado como un medio para eliminar a los familiares cuyos comportamientos amenazaban manchar el honor de la familia.
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