El acoso legislativo, cultural y mediático, que viene sufriendo el mundo católico en Europa en los últimos tiempos, no debe hacernos olvidar que el abandono de la tradición cristiana es un dato consolidado desde hace años en amplios sectores de la sociedad europea, más aún, es un fenómeno en expansión. Ciertamente, algunos gobiernos ahondan este surco y probablemente piensan que es buen momento para conseguir la definitiva marginación histórica del catolicismo. A ello se une la incapacidad de la Iglesia Católica para articular una respuesta a la situación actual. Lo que hace falta es que los hombres y mujeres de la ciudad secularizada vuelvan a encontrar el cristianismo como un hecho presente, que responde a sus interrogantes y deseos.
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