En los siglos XVI y XVII pertenecían a la corona española Sicilia, Nápoles, Cerdeña y el ducado de Milán. Sicilia estaba sometida a Carlos de Anjou, rey de Francia, por un tiempo, pero los sicilianos, descontentos de la dominación francesa, se rebelaron contra él, y pidieron ayuda a Pedro III de Aragón, ofreciéndole la corona siciliana. Se inició así una asociación a las Coronas hispánicas que durará hasta el 1848. Los lazos hispano-sicilianos hacen más explicable que un jumillano pueda llegar a ser Arzobispo de la archidiócesis de Sicilia. Esto, a su vez, hace de Juan Lozano uno de los eclesiásticos más sobresalientes que haya dado la Región de Murcia.
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