Ni Madrid ni ninguna otra plaza financiera española pueden ya aspirar a convertirse en plazas financieras centrales dentro de la Unión Monetaria Europea (UME): Francfort o París y por supuesto, Londres, cubrirán este papel. Sin embargo, como demuestra la experiencia en EEUU, las plazas regionales pueden disponer de mercados competitivos internacionalmente y generar un volumen de actividad importante si logran convertirse en generadoras de economías de localización para el sistema financiero regional de su área de influencia, neutralizando la tendencia a la concentración en las plazas centrales de todos los servicios relacionados con los mercados financieros.
La relevancia de una plaza financiera está relacionada con dos componentes o subsectores financieros fundamentales: la industria de los mercados de valores y la industria bancaria. La banca está viviendo con el euro un amplio proceso de reestructuración, ya que coinciden ahora los efectos de un sector "maduro" sobre los márgenes -a la baja-- con el impulso a la internacionalización que implica la moneda común. El resultado será un proceso de fusiones internacionales y nacionales y de alianzas sin precedentes. El mapa de plazas regionales se verá sin duda afectado por este movimiento.
Por otra parte, en la UME se ha desatado ya la lógica de la búsqueda de economías de localización en el nuevo entorno institucional por parte de las empresas de servicios financieros que actúan en los mercados de valores. La unificación del mercado monetario del euro, las fusiones y alianzas bancarias así como el retorno a Londres de las tesorerías de los bancos norteamericanos desencadenan una dinámica nueva: los mercados regionales han de optar entre estrategias proteccionistas y estrategias de competencia abierta.
Se trata de una cuestión que no solo debería ser objeto de preocupación por parte de las autoridades estatales españolas, sino también de las autonómicas y locales.
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