La organización pasiva agresiva

• Autores: Gary Neilson, Karen E. Van Nuys, Bruce A. Pasternack
• Localización: Harvard Business Review, ISSN 0717-9952, Vol. 84, Nº. 6, 2006, págs. 108-119
• Idioma: español
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• Resumen

  • Las organizaciones pasivas-agresivas son lugares amigables para trabajar. La gente congenia, el conflicto es raro y el consenso se alcanza fácilmente. Pero, al final del día, incluso las mejores propuestas fracasan en ponerse en movimiento, y una empresa puede ir tan imperturbablemente a ninguna parte que resulta natural considerar que todo está perfecto. Tales empresas no están necesariamente cargadas de obstinados empleados pasivos-agresivos. Más bien, están llenas de gente mayormente bien intencionada que son las víctimas de políticas y procesos deficientes. Comúnmente, la creciente falta de entusiasmo en la empresa, o los intentos precarios por descentralizar, originan múltiples niveles de ejecutivos cuya autoridad para tomar decisiones empieza a ser crecientemente poco clara. Como resultado, algunos ejecutivos se paralizan, mientras otros se desentienden de sus propias decisiones, dando espacio para que los colegas los critiquen o rechacen. En estas organizaciones, la información no circula libremente, lo que hace difícil para los empleados comprender el impacto de sus acciones sobre el desempeño de la empresa, y para los ejecutivos ponderar correctamente el valor de los empleados para la organización. La falla en calzar adecuadamente los incentivos con el desempeño ahoga la iniciativa, y la gente hace sólo lo suficiente para cumplir. Liberarse de este patrón es difícil; una larga historia de ver cómo se ignoran iniciativas corporativas y luego se desvanecen tiende a hacer escéptica a la gente. A menudo es mejor traer a una persona de afuera para remarcar que esta vez las cosas serán diferentes. Él o ella necesitará enfrentar todos los obstáculos de una vez: clarificar los derechos de decisión; cerciorarse de que las decisiones se mantienen; y recompensar a la gente por compartir información y agregar valor, y no por negociar exitosamente las políticas corporativas. Si estos pasos no se toman, es sólo un asunto de tiempo el que los elementos contaminados de la organización pasiva-agresiva sobrepasen a los que quedan sanos y conduzcan a la organización a la angustia financiera.