La preocupación por crear instituciones que impulsasen la divulgación agronómica y/o la enseñanza profesional agrícola es patente en España desde las primeras décadas del siglo XIX, sí bien las realizaciones fueron muy limitadas hasta la década de 1850, cuando comenzaron a formaras en la escuela de La Flamenca los primeros ingenieros y peritos agrícolas. A partir de 1880 Fomento y las Diputaciones provinciales impulsaron este proceso por medio de las Cátedras de Agricultura de los institutos de segunda enseñanza, concebidas como canal de difusión de novedades agronómicas y como vía para la titulación de peritos con una formación agrícola elemental. A partir de las memorias anuales que los directores de los centros remitían al Ministerio, se plantean las contradicciones y limitaciones que les impidieron cumplir los objetivos para los que habían sido creadas.
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