En la España del último tercio del siglo XVIII se genera un estado de opinión contrario a la permanencia de la Inquisición. Este movimiento se agudiza por efecto del pensamiento revolucionario francés. En 1798, el obispo juramentado de Blois, Henri Grégoire, publica una carta dirigida al inquisidor general reclamando la desaparición del Santo Oficio. Varias respuestas se publicaron para defender la monarquía absoluta y el tribunal inquisitorial, dentro de una clara corriente regalista. Una de ellas fue debida a Joaquín Lorenzo Villanueva, calificador y capellán real, quien a pesar de defender la Inquisición fue denunciado al mismo tribunal. Se analizan las Cartas de Villanueva, la denuncia de esta obra ante el tribunal inquisitorial y un complejo texto anónimo, que es alegato y ataque a un mismo tiempo de la obra de Villanueva, así como un encendido elogio del obispo francés.
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