La idea de que la excelencia humana es propia de toda persona, lleva a plantear una serie de cuestionamientos éticos cuando el bien, elemento constitutivo de dicha excelencia, se presenta vulnerable frente al entorno exterior. El presente artículo analiza esta peculiar situación a partir de la película Los olvidados (1950) de Luis Buñuel, documento fílmico que permite ahondar en la reflexión sobre la fragilidad del bien, en el contexto histórico del sexenio de Miguel Alemán, así como mostrar algunas de las contradicciones del contenido del discurso político alemanista: el bienestar general frente a una realidad que atendía a la contingencia de amplios sectores de la población urbana envueltos en la pobreza.
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