José Alfredo Martínez Hernández, A. Solomon
El mantenimiento del peso y la composición corporal dependen de una regulación central a través de regiones hipotalámicas y no hipotalámicas así como de un control periférico a través de órganos del tracto gastrointestinal, entre otros. La interrelación entre ambos sistemas está mediada por señales nerviosas, hormonas, neuropéptidos, nutrientes y metabolitos. En efecto, en la regulación del apetito y del gasto energético participan regiones hipotalámicas como el núcleo arqueado (ARC), núcleo paraventricular (PVN), el núcleo dorsomedial (DMH), el área hipotalámica ventromedial (VMH) y área hipotalámica lateral (LH), y regiones no hipotalámicas como el núcleo del tracto solitario (NTS). El tracto gastrointestinal (estómago, intestino, páncreas, hígado) informa al sistema nervioso central (SNC) de la ingesta de alimentos y de la homeostasis energética a través de señales de distensión y metabólicas, mediadas por preso- y quimiorreceptores así como por señales neuroendocrinas específicas. Determinados factores orexigénicos y anorexigénicos, como pueden ser la ghrelina, insulina, leptina, entre otros, se generan moduladamente en el tracto gastrointestinal en función del estado nutricional. Dichas señales interaccionan con neuropéptidos centrales implicados en la regulación del apetito y gasto energético como el neuropéptido Y (NPY), proteína relacionada con aguti (AGRP), orexinas, hormona concentradora de melanina (MCH), proopiomelanocortina (POMC), transcriptor relacionado con cocaína y anfetaminas (CART), hormona liberadora de corticotropina (CRH), entre otros. En definitiva, el tracto gastrointestinal y el SNC participan conjuntamente tanto en la regulación del apetito, a corto y medio plazo, como en el control del gasto energético y, por tanto, en la homeostasis energética y en la estabilidad de peso y composición corporal.
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