Reforma tras reforma, el sistema público de educación en este país sigue siendo una desastre. Amparados en un discurso falsamente progresista, los distintos reformadores siguen sin atender a lo que debería ser su objetivo fundamental: que la escuela pública sea capaz de formar a ciudadanos que puedan pensar por sí mismos en un marco de igualdad de posibilidades. Algo que hoy no ocurre.
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