Lo más significativo de las elecciones italianas no ha sido que, por fin, Berlusconi haya sido derrotapo por la amalgama que se le ha opuesto, sino que a pesar de los pintorescos gobiernos del presidente del Milan, de su histrionismo, de su atolondrado desparpajo circense, de su pésima gestión, el suelo electoral de la estrafalaria coalición que preside sigue siendo muy sólido.
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