Aunque históricamente el empresario y el trabajador han sido a veces "enemigos", ambos deben coexistir en un relación simbiótica para alcanzar sus objetivos particulares en pos del bien común de la empresa. Para lograr que cada uno de ellos consiga sus propósitos, el empresario tiene que construir el mejor lugar de trabajo posible. Este lugar de trabajo no se refiere a ventajas salariales, pagas extras, diversos lujos, trato personalizado, políticas sociales, etc., sino que hace mención al desarrollo de fuertes políticas de liderazgo interno.
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