La introducción de nuevos inmunosupresores ha permitido reducir la incidencia de rechazos agudos en el postranplante inmediato mejorando la supervivencia a corto plazo de los injertos. Sin embargo esta mejoría no se ha traducido en un aumento de la supervivencia a largo plazo. Analizamos las causas de la perdida de los trasplantes a medio y largo plazo y describimos las estrategias de que disponemos para evitarlas.
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