El presente articulo analiza cómo la autonomía patrimonial del capital destinado a la organización de las flotas con América acabó adquiriendo la forma de una verdadera compañía privilegiada de comercio, antecedente directo de la actual sociedad anónima, cuando la Corona dejó por entero a los particulares la administración de la avería a través del sistema de asientos. Los paralelismos de los asientos con las compañías llegaron a ser tan grandes que los funcionarios a quienes el conde-duque de Olivares encomendó el estudio de las compañías extranjeras, con objeto de introducirlas en España, vieron en los asientos una verdadera compañía privilegiada.
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