Señor ciertamente insólito el que toma asiento en el despacho del conversador. Quién no conoce su pajarita -seña de identidad de tantos miembros de la carrera (diplomática), como el añorado ex ministro de Exteriores Fernando Morán-. Está casado con Ludmila, una señora de ascendencia rusa, lo que en los años de la Guerra Fría le hubiera convertido, de hecho, en carne narrativa para un relato de Le Carré, al coincidir en la intersección conyugal una ciudadana de la entonces URSS con un diplomático occidental con veleidades y vocación confesada de periodista, de escritor, de actor aficionado, de dirigente de club de fútbol...
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