La política colonial represiva impuesta en Cuba para erradicar el movimiento rebelde en 1868, tuvo dos vertientes por un lado, conseguir el bloqueo de fondos en apoyo de la insurrección (embargos de bienes), y, por otro, desmoralizar a los rebeldes a través de la deportación. Dicha política alcanzó su objetivo; por el contrario, el movimiento insurgente no logró la independencia para Cuba
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