La activación patrimonial parte de un supuesto básico: la jerarquización de saberes. Por un lado los expertos, (políticos, museólogos, gestores culturales, educadores, etc.) a los que se les adjudica todo el poder legitimador en el campo del patrimonio cultural; por otro lado la gente común en sus posibles acepciones: visitantes, usuarios, clientes, público, que deben consumir los productos preparados por los expertos. A veces tenemos la suerte de encontrarnos con experiencias, como las aquí presentadas, que cambian los papeles de los saberes y conceden autoridad a aquellos que no la han tenido habitualmente dentro de la institución museística.
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