Entre enero de 2000 y diciembre de 2002 se han estrenado en las salas de cine de Madrid 287 películas españolas. De entre ellas, una de cada cuatro (67 en total) contiene algún personaje extranjero; y de estos personajes la mujer inmigrante es, sin duda, la peor parada. No tiene voz; es prostituta en la mayoría de los casos; suele ser pícara malintencionada y su presencia en el filme se justifica como elemento desestabilizador que narrativamente ¿hay que¿ aniquilar o domesticar para una recuperación del equilibrio inicial. Esta ¿domesticación¿, que recurrentemente adopta el esquema convencional de aquella ¿pretty woman¿ de Garry Marshall (aquí, hombre español salva de la calle a mujer inmigrante), necesita ser dislocada; por lo que desde este artículo se propone la necesidad de apostar por nuevas narrativas oposicionales que lleven a cabo dicha dislocación, por ejemplo desarrollando los personajes femeninos inmigrantes como sujetos en vez de como objetos sin voz.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados