Quien le considere un niñato engreído, ahí tiene sus films con Kubrick, Spielberg, Scorsese y Paul Thomas Anderson para darse cuenta del error, y quien le profese admirción incondicional puede pensar en la cienciología, en su alma de censor y sus efusiones histérico-románticas para que se le caiga el ídola. Odiado y amado por igual, Tom Cruise oposita par ser el mejor acreedor de ambas pasiones.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados