Aunque es erróneo creer en un desarrollo tecnológico absolutamente autónomo e independiente de constreñimientos humanos o sociales, la propia impresionante dinámica del actual avance tecnológico hace tentador creer en algún tipo de determinismo tecnológico. En el marco de la teoría de las consecuencias no intencionadas de la acción humana en la historia es posible acomodar una variante moderada, no absoluta de determinismo tecnológico. En ella hay cabida para un reconocimiento objetivo de la contingencia y finitud humanas junto a claras exigencias de responsabilidad.
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