En los preliminares de su Vida de Marco Bruto (1644), Quevedo inserta, entre muchos otros, tres fragmentos sacados de las obras de Séneca el Filósofo concernientes a las hazañas de su protagonista; al traducirlos con su genial arbitrariedad, acentúa en uno de ellos el elogio, en otro el vituperio de Bruto, con el fin de anunciar de antemano esa simetría antitética, en el juicio moral, que el lector encontrará a lo largo del libro.
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