La crisis rural española se ha intensificado en los últimos años (envejecimiento poblacional, abandono de tierras de cultivo, sequía, menor presencia de la mujer rural) y son las explotaciones familiares de tipo medio que han optado por la modernización, las que presentan mayores dificultades. Los problemas del medio rural se agravan con la crisis industrial, y es a partir de ese momento cuando se empieza a dar importancia al desarrollo rural. La mentalidad de los ciudadanos rurales se va transformando y van tomando conciencia de la incapacidad de obtener ingresos suficientes con su trabajo pasando de la agricultura a tiempo parcial a la pluriactividad.
En consecuencia, la evolución de la población rural y agraria y su nivel de ingresos depende de aspectos tan diferentes corno el nivel de productividad y competencia en los mercados, de la posibilidad de empleos alternativos, de la agricultura a tiempo parcial, y de nuevas fórmulas económicas, ligadas a la gestión del medio natural.
La actuación de las Administraciones Públicas en favor del medio rural ha resultado, hasta el momento, bastante ineficaz, acometiendo actuaciones sin criterios de oportunidad, prioridad y coordinación. Será a través del diálogo y el consenso entre todas las fuerzas corno se tornen las decisiones adecuadas. El medio rural necesita una acción pública, política y administrativa, con mayor agilidad, potenciando asociaciones, economizando esfuerzos y atribuyendo las responsabilidades al ámbito más eficiente.
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