La audición de "El cuco en el bosque", de Camille Saint-Saens, o de cualquier otra pieza, puede ser una excelente excusa para sembrar en el corazón del niño la irresistible atracción por la vida musical. La utilización de una partitura "a su alcance" seria un punto de partida para su irrenunciable alfabetización. Oyendo con los ojos, para aprender a ver con los oídos, hacemos del "enemigo" imagen nuestro mejor aliado. De esta manera, el musicograma cumple una tarea prioritaria de la pedagogía: recrear la música para hacerla adecuada, y "plastificarla" para hacerla visible
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