María Antonia Herradón Figueroa
Si un único adjetivo pudiera definir con rotundidad la principal característica del conjunto de joyas que el antiguo Museo del Pueblo Español ha reunido a lo largo de su historia, el término más adecuado sería "variado". En efecto, entre sus numerosos fondos es posible hallar no sólo magníficos exponentes de la joyería tradicional, tan ligada a la indumentaria, sino además interesantes ejemplos de la más pura evolución histórica de las joyas, los objetos de ornato pro excelencia. Pero mientras que la riqueza simbólica y la espectacularidad formal del primero de los grupos citados son relativamente bien conocidas, el segundo ha venido ocupando un lugar muy poco destacado en los trabajos al uso, una circunstancia que lo ha convertido en un gran desconocido tanto del público en general como de los investigadores en particular. Teniendo en cuenta estas circunstancias, el objetivo de estas líneas es sacar a la luz un grupo de joyas característico del siglo XIX que ejemplifica con claridad la trayectoria seguida por el adorno tanto masculino como femenino a lo largo de la centuria siguiendo unas pautas muy alejadas del inmovilismo propio de la joyería tradicional.
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