La ciencia económica ha considerado durante mucho tiempo que el comportamiento económico del homoeconomícus podía estar determinado por una teoría de la elección racional que tomaba prestada de la física energética más que de la psicología cognitiva. Su lenguaje y formas de interpretación son aún a menudo los de la energética, sustituyendo el principio de maximización de la utilidad marginal al principio de la menor acción. La discusión de las múltiples y complejas formas de racionalidad ejercidas por los actores socio-económicos, relanzada a partir de 1955 por HA. Simon, suscitará una crítica epistemológica interna que contribuye a la reemergencia de paradigmas económicos olvidados (el "giro pragmático"): debate que pone hoy de relieve el papel de los procesos de concepción-construcción de los modelos (entendidos como sistemas de símbolos) en la interpretación de los fenómenos socio-económicos complejos.
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