Encajado en una vaguada existente en el terreno original, el edificio de la Bodega Juan Alcorta aparece tan solo como una gran cubierta horizontal que prolonga la plantación de viñedo y un largo muro rojizo cerrando el desnivel. Esta operación de ocultación, apoyada en una singular utilización de los prefabricados de hormigón, pone al edificio en relación con la escala del paisaje y lo aproxima además a la tradición constructiva de las bodegas enterradas, que permite conseguir de forma natural las condiciones óptimas para la elaboración del vino.
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