En el presente artículo se pretende adelantar la hipótesis de que el mito de las Islas Afortunadas pudiera derivar de fuentes mesopotámicas y ser traído a occidente por los fenicios. Este mito, que tiene ya una historia de casi 3.000 años, desde Homero y Hesiodo hasta autores contemporáneos, refleja el sueño de la humanidad de vivir en un bonito y rico país, con toda clase de frutos y flores, en un clima de eterna primavera y libre del temor a las enfermedades y a la muerte. Tal mito en cuestión podría reconstruirse en sus elementos más esenciales en el poema sumerio de Gilgamesh y sería trasladado de oriente a occidente cuando los fenicios empezaron a explorar el Mediterráneo y crearon una tierra de inmortalidad, las Islas Afortunadas, en el Océano occidental.
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