Dos motivos centripetan la investigación agustiniana: Dios y el hombre; el hombre no se identifica plenamente con ningún ser finito. A través de la interiorización el hombre se descubre un enigma; esto le provoca la angustia. El autoconocimiento es una respuesta de la estructura ontológica humana al deseo de ser feliz; en este proceso hay que eliminar la pretensión de un escepticismo absoluto. La existencia humana resulta ser harto problemática, particularmente ante el hecho de la muerte. El encuentro con la profundidad humana desemboca en el descubrimiento de que el hombre ha sido creado a imagen de Dios. La deiformidad humana es una llamada continua que exige una respuesta continua
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