Las Tabulae ad meridianum Salamantinum que se conservan en la Bodleian Library de Oxford (ms. Can. Misc. 27) constituyen una compilación de tablas astronómicas realizada hacia 1460 para uso de los estudiantes de la cátedra de astronomía de la Universidad de Salamanca. Sus ilustraciones son una versión gótica de la habitual iconografía islámica de los signos del zodiaco, distinta de la que representan las pinturas de Fernando Gallego para la Biblioteca de la Universidad de Salamanca (hoy en las Escuelas menores). La iconografía de esta bóveda astrológica, que conmemora la fundación de la biblioteca, auna dos tradiciones astrológicas occidentales: una iconografía planetaria cuyo origen se halla en ciertos grabados florentinos conocidos como "Planetas Finiguerra", y una iconografía de las constelaciones derivada en último término de las ilustraciones del Liber introductorius de Miguel Escoto. La conjunción de ambas tradiciones se realizó por primera vez en los grabados de la primera edición ilustrada del Poeticon astronomicon de Higino (Venecia: Erhardt Ratdolt, 1482). El profesor Santiago Sebastián postuló una edición de 1485 de la obra de Higino como fuente de las pinturas salmantinas, y ello no sin juiciosas reservas, a pesar de las cuales la historiografía posterior ha tomado este dato como elemer¡to de precisión cronológica. Varios incunables de la década de 1480 retoman las figuras de la edición de Ratdolt total o parcialmente, pero una comparación detallada (que se ofrece en apéndice) demuestra que ninguna de las ediciones citadas coincide plenamente con las figuras de Fernando Gallego. En la Baja Edad Media se trató de lograr un siempre inestable equilibrio entre astrología y cristianismo. La astrología natural (con fines básicamente médicos), tolerada por la Iglesia, se convirtió en parte del currículum académico. La bóveda astrológica de la biblioteca salmantina pretendía expresar en términos figurativos el sentido exegético conferido en la época al versículo del Salmo VIII inscrito en su banda inferior ("... videbo celos tuos... "): que la contemplación científica del cielo no debe hacer olvidar que las maravillas que en él se contemplan no proceden sino de Dios.
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