La metáfora y la ironía ocupan un lugar central en la filosofía de Ortega. Por una parte, son las categorías estéticas fundamentales de la razón vital. La conversión de la metáfora en esencia del arte permite darle un valor estético a la ironía: el arte, al ser metáfora, creación de mundos irreales, se burla de si mismo, ironiza sus pretensiones de realidad, se sabe juego. Por otra parte, en la base de esta potencia metafórica actúa una de la raíces de la antropología racio-vital, que acaba en la definición del hombre como animal fantástico: el instinto humano de evadirse del mundo real y descansar de la vida sería, su voluntad de farsa. Pero lo decisivo es que la metáfora y la ironía representan la forma intelectual efectiva de la razón vital, el método o modo de pensar de una filosofía que impugna la identidad establecida por el idealismo entre razón y realidad, y que aloja el "logos" originario en el mundo vital.
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