Este artículo trata de la percepción que tuvieron las autoridades españolas sobre la revolución húngara de 1956, según las versiones de los diplomáticos españoles, especialmente al embajador de España en Bonn, Antonio María Aguirre; el embajador de España en Viena, José de Erice y el delegado de España en la ONU, José Félix de Lequerica. Cada informante aporta aspectos diferentes que ofrecen nuevas perspectivas sobre cuestiones referidas a la disidencia húngara y sobre los intereses de España derivados de su acendrado anticomunismo
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