Los movimientos nacionalistas experimentan durante su evolución recíprocas influencias que dejan sus huellas por lo que el Autor llama "efecto demostración". El movimiento nacionalista irlandés y sobre todo su evolución después de la Insurreción de Pascua (1916) ha resultado muy influyente y dinámico en determinar las fuerzas internas y el desarrollo de los nacionalismos gallego, vasco y catalán hasta 1936. Sin embargo, mientras el nacionalismo gallego trató de desarrollar el tema de una especial etnía pan-céltica en unión con Irlanda, los sectores más radicales de los otros dos nacionalismos, el vasco y el catalán, hicieron propia la estrategia de la "acción directa" y de la insurrección nacional predicada por el movimiento irlandés Sinn Féin.
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