Podemos comunicarlo todo: tenemos las tecnologías de la comunicación cada vez más cerca; pero no podemos contar nada, porque no tenemos nada qué decir, ni sabemos cómo decirlo. Hay que inventarlo todo, intervenir de nuevo la sociedad desde la comunicación. Es necesario convertir los medios en experiencia estética, social y política. ¿Cómo? Usando a las tecnologías para el activismo y el experimento; recurriendo a los llamado retro, porque no es lo más actual, lo más mercado, como experiencia de inspiración y emoción. Hay que volver a las estéticas, a los modos de narrar y a las historias que están inscritas en nuestras identidades locales; en nuestras sensibilidades femeninas, juveniles o sexuales; en nuestras tradiciones étnicas, o en nuestros modos urbanos. Sólo basta una minicámara para inventar el universo. En este ensayo se realiza un alegato contra los universos estético-narrativo-políticos construidos por la máquina televisiva y la homogeneidad del mercado. En este texto se argumenta a favor del activismo comunicativo, de la exploración tecnológica y de la inspiración étnica como estrategias para generar una mayor conciencia sobre el valor social de la comunicación, la intervención estético-narrativa de la sociedad y la importancia política de los medios de la gente.
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