Dos de las consecuencias directas y de gran visibilidad de la exclusión social de las y los jóvenes, en los ámbitos económico, social, político y cultural, son su evidente desencanto con la democracia y su creciente presencia en diversas formas de violencia -en calidad de víctimas y victimarios-. Los datos disponibles muestran un cuador muy complejo, que urge encarar con decisión y firmeza, pero desde el respeto absoluto de los derechos humanos y procurando la concreción de soluciones que faciliten y promuevan el disfrute de la prosperidad y la democracia a todos y todas. Con este artículo, el autor explica si podrán concretarse cambios relevantes en el futuro, a partir de las experiencias acumuladas en el pasado y a la luz de nuevos enfoques estratégicos.
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