Uno de los problemas sociales que afecta a las sociedades centroamericanas, en especial a El Salvador, Honduras y Nicaragua, son los elevados índices de violencia. El autor, dentro de su análisis, explica esta problemática y el impacto que tiene en la seguridad ciudadana. Los estudios y las estadísticas de la violencia en la región constatan que la vorágine de violencia es tal, que los jóvenes son igualmente protagonistas y víctimas. De hecho, la sociedad expulsa a muchos jóvenes a los límites de la convivencia social, donde impera la violencia, la muerte y la precariedad. Estos, a su vez, depredan socialmente sus propias comunidades. Este fracaso de sociedad voraz, injusta y cínica crea las condiciones que dan pie a la conformación de pandillas o maras. Por tanto, romper los círculos de la violencia demanda políticas de Estado informadas, consultadas, basadas en la investigación, apegadas a derecho y promotoras de la inclusión de las y los jóvenes en la vida cultural, educativa, social y económica de cada uno de los países centroamericanos.
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