Tres estrategias de posicionamiento utilizan las empresas para forzar un cambio mental en los consumidores: el revertido elimina características ¿intocables¿ del producto al tiempo que incorpora características nuevas, el rupturista asocia el producto con una categoría absolutamente distinta y el encubierto acostumbra a los consumidores recelosos a una nueva oferta disimulando la auténtica naturaleza del producto. Las empresas pueden utilizar cada una de estas estrategias para alterar en beneficio propio el entorno competitivo de un producto.
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