En la prisión, el cuerpo no es la cárcel del alma. Un tatuaje en el cuerpo de un preso es un territorio de resistencia. El amor, la muerte y la fe, conviven con cicatrices y manchas de suciedad. Para leer sus pieles, como libros que cuentan historias de crimen y castigo, esta reportera entró de incógnito en un penal de reos comunes y esto fue lo que pasó.
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