Lo políticamente correcto tiende a uniformizar. Para evitarlo, el escritor eslovaco Michail Hvorecky señala todas las diferencias que marcan a su país y a su ciudad, Bratislava, y de manera incorrecta señala las peculiaridades de la política de opereta, la vulgaridad del lenguaje, la superficialidad de los medios de comunicación y la insolencia de los taxistas. Todo un panorama
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