El auge del voluntariado como expresión de solidaridad y de valores humanos no ha supuesto un proceso paralelo de transformación de las estructuras sociales de injusticia y exclusión social. La nueva solidaridad posmoderna del micra-proyecto y la "utopía horizontal" está siendo secuestrada de la vida cotidiana y con ello, la posibilidad del "buen samaritano" queda relegada a que "el otro necesitado" se halle en el terreno adecuado: el Tercer Sector. Hay una serie de tendencias sociales a corto plazo que van a tener a los jóvenes como protagonistas y que exigen de los educadores y agentes de valores humanos una reflexión sobre sus pedagogías e itinerarios formativos, con el fin de no quedarse en una propuesta solidaria de "actividad marginal de ocio" con poco calado social y pasar a una formación en "actitudes prosociales "y estilo" de vida y participación social que incidan efectiva y eficazmente sobre las políticas sociales y económicas.
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